1. PREGUNTAS

¿Quién ora a DIOS? …………………

¿Quién Quiere ser escuchado?.............

¿Quién perdona?...........................

¿Quién quiere ser perdonado?..............

¿Quién odia?..........................

¿Quién es asesino?......................

lunes, 15 de octubre de 2012

3. Nota Cientifica


NOTA:

Querido  lector,  esta  NOTA  CIENTÍFICA  es  introducida  al  taller  y  sacada  de  estudios  cietificos  de  la  Internet;  Para  mostrar  atreves  de  la  ciencia,  los  efectos  que  se  presentan  en  nuestro  organismo,  como:  buena  salud  y   enfermedades;  Por  el  mal  proceder  atravez  de  las  AVERSIONES,  que  son   entradas  a  nuestro  corazón  por   sentimientos  positivos  y  negativos,  como:  la  RISA, la  IRA,  el  RESENTIMIENTO,  y  otros.



A.  LO QUE HACE LA RISA EN EL CUERPO

La risa tiene efectos físicos y emocionales en la persona, dependiendo de la edad, sexo, experiencia vital y desarrollo emocional. Sin embargo, a nivel general la risa:
Logra que se tenga una actitud más relajada frente a los acontecimientos y mirarle el lado gracioso o positivo a cada día.

Incluye una serie de microciclos de inspiración-espiración con intervalos de descanso.

Determina la contracción espasmódica de los músculos esqueléticos durante la risa, seguida por una relajación de los mismos. Aumenta la presión torácica y abdominal por la contracción muscular, por lo que incrementa el retorno sanguíneo.

Eleva la frecuencia cardiaca y la presión sanguínea inicialmente, pero en el estado de relajación que sigue a la risa la disminuye.

Eleva la función del miocardio, facilitando además la circulación arterial y venosa, mejorando la oxigenación y la llegada de los nutrientes a los tejidos.

La risa mejora la ventilación y ayuda a limpiar las mucosas. Acelera el intercambio de aire residual, aumentando el nivel de oxígeno de la sangre.

Refuerza el sistema inmunitario, promoviendo la circulación de los fragocitos por todo el cuerpo y mejorando la lucha contra las infecciones. Aumenta la producción de inmunoglobulina A y los T-linfocitos.

En el sistema endocrino, la risa promueve la producción de catecolaminas, responsables de los beneficios de humor en las funciones mentales incluyendo los estados de alerta, la memoria y la respuesta interpersonal.

La risa contribuye a disminuir los niveles de estrés y ansiedad y ayuda a estimular las endorfinas, que influyen en los receptores de dolor y en la sensación de bienestar.

La risa interrumpe el ciclo estrés-preocupación.

Aumenta la actividad del hipotálamo, de la pituitaria y los niveles de adrenalina.

La risa compromete los movimientos de 15 músculos faciales, convirtiéndose en un mecanismo oxigenador de la piel
Lunes, 21 de Septiembre de 2009 20:19 Eva López Aranda
Es un dolor interno producido por la presencia de un mal sensible que no se ha podido evitar. La tristeza enerva y debilita las fuerzas del alma. Puede ser producida por la presencia de un objeto o de un hecho que la imaginación detesta o la memoria aborrece. Dicho mal puede ser pasado, presente o futuro. Si la tristeza es tan grande que oprime el alma hasta casi ahogarla, se llama ansiedad o angustia. Si produce desaliento corporal se llama decaimiento.
  La tristeza desgasta las energías del alma: absorbe las fuerzas de la persona y las concentra en el objeto que causa antipatía, y hace descuidar las demás cosas por dedicarse a rumiar el sufrimiento. La tristeza ahoga las emociones saludables y placenteras y lleva a descuidar hasta los actos de virtud. Es como un invierno riguroso que cubre de nieve toda la superficie y no permite aparecer ninguna flor o alimentar cualquier ser vivo. Las cosas nunca se hacen también en la tristeza como en la alegría.

 + Santo Tomas de Aquino (año 1250) grande sabio católico dice: La tristeza es la pasión que más daño le hace al cuerpo, debilita la actividad física, intelectual y espiritual, no hay que cultivarla. Hay que tratar de buscar sanas distracciones, leer, pasajes de libros que animan, confirmar el problema a alguna persona de confianza que pueda consolar y ayudar a resolver la situación, de lo contrario esas personas con su modo pesimista de ver la vida labran las desdichas del resto de la familia, porque sus emociones negativas los llevan a sentirse realmente enfermos sin estarlo.

+ Una buena fórmula.- Hacer los deberes de cada día como una obra divertida y no como una obligación tediosa. Saludar con una sonrisa y una buena palabra. Conservar ánimo placentero y amable. No fijarse si se siente cansancio sino en cómo hacer más agradable la vida a los demás. Sentaras. Descansar un momento y dedicarse a si mismo que la vida es buena y permitirse la delicada sensación de ser feliz.
  
“Conservaré la calma” “Aceptemos gallardamente y con valentía este contratiempo” “Yo soy capaz de soportar mucho mas” “Convertiré esta derrota en victoria” “Estoy saliendo a flote” “Todavía sigo queriendo bien a los demás”  “Esto también pasará” etc.
 + Saber distraerse.- Gozar el momento presente, dedicarse a una ocupación agradable quita al triste su habitual tristeza. Hay que repetir lo que dice el salmo  Ensancha, Señor mi corazón para que viva alegre y líbrame de mis tribulaciones o concédeme valor para sobrellevarlas”.          

C. El RESENTIMIENTO Y EL PERDON
El olvido de sí y la gratitud, otros antídotos frente a esta autointoxicación psíquica
POR FRANCISCO UGARTE CORCUERA
El resentimiento es frecuentemente el principal obstáculo para ser feliz, porque amarga la vida. Suele ser un trastorno muy común. Estudiarlo significa clarificar su naturaleza, analizar sus manifestaciones y encontrar soluciones que lo eliminen y lo eviten. Tales soluciones se han de apoyar en los recursos humanos y sobrenaturales con los que cualquier persona cuenta normalmente: la orientación de la propia inteligencia, la fuerza de la voluntad, el adecuado cauce de los sentimientos, las virtudes y la gracia de Dios.
El acto más importante para resolver el problema del resentimiento es el perdón, y el camino más valioso y eficaz para comprenderlo es Jesucristo: su ejemplo y sus enseñanzas explícitas. El tratamiento del perdón rebasa las posibilidades de la razón humana para explicarlo desde una perspectiva exclusivamente antropológica, por lo que se hace necesario recurrir al ámbito sobrenatural para resolver ciertos enigmas de un tema que tiene parte de misterio. La perspectiva de felicidad que se abre cuando se está, de verdad, dispuesto a perdonar es proporcional a la tristeza que producen los resentimientos no resueltos.

C-1 EL VENENO DEL RESENTIMIENTO
Para Max Scheler "el resentimiento es una autointoxicación psíquica" (El resentimiento en la moral, Caparrós Editores, Madrid 1993, p. 23), esto es, un envenenamiento de nuestro interior, que depende de nosotros mismos y que suele aparecer como reacción a un estímulo negativo que se presenta en forma de ofensa o agresión. Evidentemente no toda ofensa produce un resentimiento, pero todo resentimiento va siempre precedido de una ofensa.
La ofensa que causa resentimientos puede presentarse como acción de alguien contra mí, en forma de omisión o como atribuible a las circunstancias (la situación socioeconómica personal, algún defecto físico, enfermedades que se padecen y no se aceptan, etc. En cualquiera de estos casos, el estímulo que provoca la reacción de resentimiento puede ser juzgado con objetividad, con exageración, o ser incluso producto de la imaginación. Estas variantes muestran en qué medida el resentimiento depende del modo como se juzguen las ofensas recibidas -con objetividad, exageradamente o de forma imaginaria-, y explican el que muchos resentimientos sean completamente gratuitos, porque dependen de la propia subjetividad que aparta de la realidad, exagerando o imaginando situaciones o hechos que no se han producido o no estaban en la intención de nadie.

C-2 LA RESPUESTA PERSONAL
El resentimiento es un efecto reactivo ante la agresión, de tono negativo. Consiste en la respuesta ante la ofensa. Y esta respuesta depende de cada quien, porque la libertad nos confiere el poder de orientar nuestras reacciones. Covey advierte que "no es lo que los otros hacen ni nuestros propios errores lo que más nos daña; es nuestra respuesta. Si perseguimos a la víbora venenosa que nos ha mordido, lo único que conseguiremos será provocar que el veneno se extienda por todo nuestro cuerpo. Es mucho mejor tomar medidas inmediatas para extraer el veneno" (Los 7 hábitos de la gente eficaz, Paidós, México 1994, p. 105). Esta alternativa se presenta ante cada agresión: o nos concentramos en quien nos ofendió, y entonces surgirá el veneno del resentimiento, o lo eliminamos mediante una respuesta adecuada, sin permitir que permanezca dentro de nosotros. La dificultad para configurar la respuesta conveniente radica en que el resentimiento se sitúa en el nivel emocional de la personalidad, porque esencialmente es un sentimiento, una pasión, un movimiento que se experimenta sensiblemente. Quien está resentido se siente herido u ofendido por alguien o por algo que influye contra su persona. Y es bien sabido que el manejo de los sentimientos no es tarea fácil. Unas veces no somos conscientes de ellos, con lo que pueden estar actuando dentro de nosotros sin que, nos demos cuenta, mientras que otras el resentimiento queda reforzado por razones que lo justifican, cuando el sujeto no sólo se siente herido, sino que se considera ofendido.
Estar sentido con alguien es lo mismo que estar dolido, triste, enojado por algún desaire que nos hicieron. Muchas veces real y, muchas más,
Alguien decía con acierto que "el resentimiento es un veneno que me tomo yo, esperando que le Haga daño al otro". Y es que puede ocurrir que aquél contra quien va dirigido el rencor ni siquiera se entere, mientras que quien lo está vivenciando se está carcomiendo por dentro. Un veneno tiene efectos destructivos para el organismo y el resentimiento lo que produce es frustración, tristeza, amargura en el alma. Es uno de los peores enemigos de la felicidad, porque impide enfocar la vida positivamente y aleja de Dios y de los demás.


D.  EL  REMEDIO  DEL PERDON
En el Antiguo Testamento prevalecía la ley del Talión, inspirada en la estricta justicia: "ojo por ojo, diente por diente". Jesucristo viene a perfeccionar la Antigua Ley e introduce una modificación fundamental que consiste en vincular la justicia a la misericordia, más aún, en subordinar la justicia al amor, lo cual resulta tremendamente revolucionario. A partir de Él, las ofensas recibidas deberán perdonarse, porque el perdón formará parte esencial del amor.
La misericordia que Jesús practica y exige a los suyos choca, no sólo con el sentir de su época, sino con el de todos los tiempos: "Habéis oído que se dijo: Ama a tu prójimo y odia a tu enemigo. Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian y rogad por los que os persiguen y calumnian" (Mt 5, 43-44). "Al que te golpee en una mejilla, preséntale la otra; al que te quite el manto, déjalo llevarse también la túnica" (Lc 6, 28-29).
Estas exigencias del amor superan la natural capacidad humana, por eso Jesús invita a los suyos a una meta que no tiene límites, porque sólo desde ahí podrán intentar lo que les está pidiendo"Sed misericordiosos, como vuestro Padre es misericordioso" (Lc 6, 36).

D-1 QUÉ ES PERDONAR
A diferencia del resentimiento, el perdón no es un sentimiento. Perdonar no equivale a dejar de sentir. Hay quienes consideran que están incapacitados para perdonar ciertos agravios porque no pueden eliminar sus efectos: no pueden dejar de experimentar la herida, ni el odio, ni el afán de venganza. De aquí pueden derivarse complicaciones en el ámbito de la conciencia moral, especialmente si se tiene en cuenta que Dios espera que perdonemos para perdonarnos Él. La incapacidad para dejar de sentir el resentimiento, en el nivel emocional, puede ser, efectivamente, insuperable, al menos en el corto plazo. Sin embargo, si se comprende que el perdón se sitúa en un nivel distinto al del resentimiento, esto es, en el nivel de la voluntad, se descubrirá el camino que apunta a la solución.
El perdón es un acto de la voluntad porque consiste en una decisión. Al perdonar opto por cancelar la deuda moral que el otro ha contraído conmigo al ofenderme y, por tanto, lo libero en cuanto deudor. No se trata, evidentemente, de suprimir la ofensa cometida y hacer que nunca haya existido, porque carecemos de ese poder. Sólo Dios puede borrar la acción ofensiva y conseguir que el ofensor regrese a la situación en que se encontraba antes de cometerla. Pero nosotros, cuando perdonamos realmente, desearíamos que el otro quedara completamente eximido de la mala acción que cometió. Por eso, como dice Leonardo Polo, "perdonar implica pedir a Dios que perdone, pues sólo así la ofensa es aniquilada" (Quién es el hombre, Rialp, Madrid 19983, p. 140).

D-2  PERDONAR Y OLVIDAR
Si bien el acto de perdonar consiste en una decisión, la acción de olvidar, en cambio, tiene lugar en el ámbito de la memoria, que no responde inmediatamente a los mandatos de la voluntad. Yo puedo decidir olvidar una ofensa, pero no lo consigo. La ofensa sigue ahí, en el archivo de la memoria, a pesar del mandato voluntario. Lo primero que esto me dice es que olvidar no es lo mismo que perdonar. El perdón puede ser compatible con el recuerdo de la ofensa.
Una señal elocuente de que se ha perdonado, aunque no se haya podido olvidar, es que el recuerdo de la ofensa no cuenta en el modo de conducirse con el perdonado, a quien tratamos como si hubiéramos olvidar do. El verdadero perdón exige obrar de este modo, porque el verdadero amor "no lleva cuentas del mal" (1 Cor 13, 5).
En cambio, la expresión "perdono pero no olvido" significa que, en el fondo, no quiero olvidar, que equivale a no querer perdonar. ¿Por qué? Cuando se perdona, se cancela la deuda del ofensor, lo cual es incompatible con la intención de retenerla, con no querer olvidarla. En consecuencia, si bien no podemos identificar el perdón con el hecho de olvidar el agravio, sí se puede decir que perdonar es querer olvidar.

E. ¿Qué es el odio?
Habitualmente asociamos la palabra odio con la idea de una peligrosa maldición de la que hay que alejarse lo más rápidamente posible. Igualmente se oye decir a menudo que el odio es tóxico para el ser humano y que hace prácticamente imposible la cicatrización de las heridas de la infancia. Como me alejo francamente de esta opinión común, muy a menudo, se me comprende mal. Así, todos mis esfuerzos para esclarecer este fenómeno y profundizar sobre esta noción no han conocido, hasta ahora, un gran éxito.
Por esta razón, a quien desee seguirme en estas investigaciones, recomiendo la lectura previa del capitulo de mi libro, « El origen del odio », titulado: Como se engendra el odio?
Pienso yo también que el odio puede envenenar un organismo pero únicamente si es inconsciente y lo dirigimos hacia personas de sustitución es decir hacia víctimas propiciatorias. Puesto que de esta manera no puede extinguirse. Si odio a los trabajadores emigrantes por ejemplo, pero no puedo permitirme ver como mis padres me maltrataron en mi infancia, dejándome llorar durante horas y horas cuando sólo era un bebé o cuando jamás me dirigieron una mirada cariñosa, sufro entonces de un odio latente que puede acompañarme durante toda la vida y producirme diversos trastornos psíquicos. Pero si sé lo que mis padres me infligieron por ignorancia y puedo conscientemente indignarme con su comportamiento ya no necesitaré dirigir mi odio hacia otras personas de sustitución. Con el tiempo el odio que siento hacia mis padres podrá atenuarse o incluso desaparecer por períodos para reactivarse no obstante con nuevos acontecimientos o nuevos recuerdos. Lo que cambia es que ahora yo sé lo que me ocurre. Me conozco suficientemente bien para identificar los sentimientos que estoy viviendo
Y  YA NO TENGO LA NECESIDAD DE HERIR O MATAR A CUALQUIERA SIMPLEMENTE PARA SACIAR MI ODIO.Hay gente que muestra incluso reconocimiento hacia sus padres por haberles pegado o que pretende haber olvidado desde hace mucho tiempo la brutalidad o la violencia sexual que sufrieron, han perdonado a sus padres por sus « pecados » si tienen costumbre de rezar, pero son incapaces de educar a sus hijos de otro modo que con violencia. Cada pedófilo hace alarde de amor hacia los niños ignorando que en el fondo se venga de lo que le hicieron a él siendo pequeño. Incluso sin ser consciente de su odio, vive bajo su dominación.
Este ODIO LATENTE, TRANSFERIDO es muy peligroso y difícil de extinguir puesto que no se dirige a la persona que lo causó sino hacia un sustituto. Puede durar toda la vida manifestarse bajo diversas formas de perversión y constituye un peligro para el entorno así como en ciertos casos para sí mismo.
Esto es completamente diferente del ODIO CONSCIENTE REACTIVO que como cualquier otro sentimiento desaparece cuando se ha vivido. Si un día por el contrario descubrimos que hemos sido maltratados por nuestros padres, el odio no se hará esperar, aparecerá a pesar nuestro. Como ya he dicho este podrá atenuarse con el tiempo pero el camino será sinuoso. El cuadro de los malos tratos sufridos en la infancia no aparece todo de un golpe, es un largo proceso en el curso del cual nuevos aspectos emergen poco a poco a la conciencia ocasionando nuevos accesos de odio. Pero esto no es en absoluto peligroso. Es la consecuencia lógica de lo que sucedió y que llega a ser perceptible solamente cuando se es adulto ya que el niño no tuvo otra elección que la de sufrir durante años en silencio.
Al igual que el odio reactivo hacia los padres y el latente dirigido hacia une víctima propiciatoria existe el odio JUSTIFICADO que sentimos hacia una persona, que nos carcome física y psíquicamente y que nos domina sin que nos podamos liberar o al menos así lo creemos. Mientras nos encontramos bajo su dependencia, o así lo creemos, obligatoriamente la odiamos. Es inconcebible que un individuo torturado no sienta ningún rencor contra su verdugo. Si no se permite este sentimiento sufrirá síntomas corporales. Las biografías de mártires cristianos testimonian con la descripción de terribles enfermedades, a menudo – hecho característico – de orden dermatológico-.
El cuerpo se defiende así de la traición hacia sí mismo, ya que los «santos» tenían que perdonar a sus verdugos – pero su piel inflamada exponía la intensa cólera reprimida.Si el interesado logra no obstante escapar al poder del que le domina, ya no tendrá la necesidad de vivir día tras día con este odio. Está claro que el recuerdo de su impotencia y de los tormentos que le infligieron puede emerger a su memoria pero la intensidad del odio se atenuará al cabo del tiempo (en mi libro « El cuerpo nunca miente », he tratado con más detalle esta cuestión).
El odio es un sentimiento fuerte, dinámico, un signo de nuestra vitalidad. Por esta razón, si lo reprimimos, lo pagamos con nuestro cuerpo. Puesto que el odio nos habla de nuestras heridas y también de nosotros mismos, de nuestros valores, y de nuestro tipo de sensibilidad, debemos aprender a escuchar y comprender el significado de su mensaje. Si lo logramos ya no lo temeremos. Si por ejemplo no soportamos la hipocresía y la mentira nos permitiremos combatirlos cada vez que nos sea posible o nos apartaremos de la gente que sólo da crédito a la mentira. Pero si por el contrario nos hacemos los indiferentes, nos traicionamos. Una traición alentada por la demanda casi general, aunque destructora, del perdón. No obstante, está ampliamente demostrado que ni los rezos ni los ejercicios de autosugestión con los « pensamientos positivos » son capaces de abolir las justificadas reacciones vitales del cuerpo contra las humillaciones y otras heridas precoces de la integridad del niño. Las horribles enfermedades de los mártires muestran claramente el precio que pagaron por negar sus sentimientos. ¿No sería más sencillo preguntarse a quién odiamos y ver las razones que motivan dicho odio? Entonces, en efecto, podremos vivir con los sentimientos que tenemos como seres responsables, sin negarlos y tener que pagar, por esta « virtuosa » actitud, con nuestra salud.
Yo desconfiaría si un terapeuta me prometiese que al final de la terapia ( y sin duda gracias al perdón ) se terminarían mis indeseados sentimientos de ira, furia y odio. ¿Qué ocurrirá conmigo si ya no puedo enfadarme o enfurecerme ante la injusticia, la estafa, la maldad o la estupidez proferida con arrogancia? ¿No será éso una mutilación de mi vida afectiva? Si la terapia me ayuda realmente, deberé, mas bien, tener acceso a TODOS mis sentimientos durante el resto de mi vida y un acceso consciente a mi historia, donde encontraré la explicación de la intensidad de mis reacciones. Una vez conocidas las razones, la intensidad disminuirá rápidamente sin dejar marcas dramáticas en mi cuerpo, (contrariamente a la represión de las desmesuradas emociones inconscientes).
Una terapia adecuada me enseña a comprender mis sentimientos y a no condenarlos, a considerarlos como mis protectores aliados en lugar de temerlos y a verlos como enemigos que hay que combatir. Incluso cuando es eso lo que nuestros padres, profesores y curas nos han enseñado tenemos que intentar abrir los ojos de una vez para ver que esta automutilación que practicaron es peligrosa. Nosotros mismos fuimos sus victimas.
No son, en ningún caso, nuestros sentimientos los que constituyen un peligro para nosotros mismos y nuestro entorno, sino mas bien el hecho de que por temor nos hayamos desconectados de ellos. Y es esta desconexión la que produce los accesos de locura homicidas, los atentados suicidas incomprensibles y el hecho de que innumerables tribunales no quieran saber nada sobre los verdaderos motivos de un acto criminal, con el fin de proteger a los padres del delincuente para no levantar en velo sobre su propia historia.

Alice Miller
Traducido del francés por Rosa Barrio





CUADRO  SINOPTICO

NOTA:

Querido  lector,  este  CUADRO  SINOPTICO,  con  sus  TERMINOLOGIAS  en  orden  descendente  y  sistematica  es  introducido  al  taller,  con  el  fin  de  darte  una  ramificacion  u  orden  secuensial  a  estos  terminos;  Para  que  tengas  una  comprencion  y  entender  que  todos  estos  términos  dados  en  este  cuadro  sinoptico,  estan  relacionados  entre  si.


        
Hecho  por:    LUIS  FERNANDO  ALVAREZ  CASTAÑO

1 comentario:

  1. El ODIO UNA DE LAS CONSECUENCIAS QUE HOY EN DIA TIENE A PERSONAS PRESAS POR NO CONTROLARLO NI POR SABER QUE EL ODIO MAS GRANDE ES EL ODIO ASI MISMO!

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